domingo, 21 de octubre de 2012



Ella abandonó una mano en su pecho y él recorrió su costado como si acabara de nacer al cariño de otro cuerpo. No tardaron mucho en necesitar indagar en caminos más profundos para mitigar la ansiedad que desbordaba su aliento. Y fue entonces cuando  se encontraron en un beso. Leonides volvió a mirarse en sus ojos, y con la voz sofocada por el deseo le dijo su frase sin temor a equivocarse.
-       
-         -. Tú serás mi hombre.
-         -. Sea.
                  
                                                           El Soñador Ajeno.

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