Estás
ahí. Sé que estás ahí, aunque tan lejana como esas nubes que ignoran los
abrazos, tan indiferente como los bolsillos en donde guardo todos los deseos, y
aun así, no puedo dejar de soñar que aquel día tú también me soñaste, que aquel
día el sol le robó unos segundos a la noche sólo para nosotros.
Pero
ya no tengo soles, ni días, ni lunas, ni noches, no tengo ni labios para
entretener en otros cuerpos. Miedo. Eso es lo único que poseo. Capas de
escarcha que borran tus miradas mientras mis manos lloran porque no pudieron
conocerte.
Es
tan cansado no ser ni un recuerdo.
Hoy
quiero esconderte de mi memoria, vaciar las letras de tu nombre, borrar la
huella de ese beso que apuntaste y nunca nos dimos. Hoy, quiero olvidarme hasta
de tu olvido.
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