viernes, 28 de noviembre de 2014

El torso de un sueño o la codicia de un ombligo solitario



Seducido por la armonía
de esa luz que indaga en el deseo
soy piel que ya erizada
ama el torso de un sueño. 
Qué cómodo ser ángulo del brazo que observa
sin atreverse a rozar las lunas de Cáncer.
Respiro con la lentitud que encoge el cielo
para no arrebatar sus sombras,
pues no necesito el orgullo de los labios posados
sino la pureza de un seno tan blanco que de nombre a la tierra.

Podría amarte tantas veces podría
que acostados al azar de los inviernos
olvidarías que somos lumbre o vacío.
Podría amarte tantas veces tantas
sé que podría.
Acércate con la humedad inconfesable de los ríos
exige que te ame en el desorden de la necesidad,
acurrucado en la codicia
que calla siempre un ombligo solitario.

Qué altiva esa nuca tuya
cuando finge no mirarme.


lunes, 24 de noviembre de 2014

Diálogo con Lorca que amó la barba de Whitman



Y surgirán mis dedos como tempestades
tras ese erizo hermoso
que parece un lamento inaudito,
incendiando brisas
donde los mares esconden soledades
engendradas por una pena como de hierba recién segada.

¡Ay, Lorca, crines de ceniza poseía tu muerte!

Y sigo,  allí,  entre pies ya antiguos de naufragios
exclamaré: amadme, pues amo vuestras caderas
que poderosas al conocerse en mis labios
bailarán hasta que las ramas se duerman
con la vena de una amapola sangrando en los dientes.

¡Ay, Lorca, cuántas palomas en tu garganta!

Cuatro manos posaré sobre vuestro aliento hecho gemido,
nunca menos de tres aunque sólo contéis dos,
y agotaremos la eternidad por caricias satisfechas
aferrados a la carne que todo lo goza con ojos transparentes,
un ruiseñor marcará el latido del mundo
mientras las voces imitando a un piano gritarán:
qué primavera oír la canción de otro pecho en un beso.

¡Ay, Lorca, cómo amaste a Whitman en Nueva York!




viernes, 21 de noviembre de 2014

Y fui amor


Y por un instante fui viento,
esencia de nieve sobre el brazo
que aun helado anhela de un rostro su orilla.

Y en lo más hondo de una mano
fui mayo saliendo de abril,
y cielo de un limonero
donde parten las olas y duerme la luna.
Fui mancha en un verso con escamas
y furtivo en la serenidad de esos senos
que enmudecen labios por donde besan lo desnudo.
Fui borde de la estrella que no te llama por el nombre.

Después te vi sentada junto a la rosa
y supe que fui amor. 

sábado, 15 de noviembre de 2014

Habitemos la metáfora


Entre la voz brusca de una mano poco dócil
me excita tu posibilidad,
recuperar los ángulos muertos de tu rostro.

Sí, hablo contigo que me lees añorando la lluvia,
a ti te entregaré amor y olvido
simulando el diálogo eterno de los dioses.
Habitemos la metáfora,  desnúdate en mi boca
hasta convertirnos en un grito que estalle en cristales
incapaces de sostener un pensamiento.
Calla nuestros nombres
yo me ignoro y no ambiciono conocerte
sino deshacer la tregua del naufragio
rompiéndote el pasado a besos,
susurrando sobre tu pecho aún desafiante
que el centro del universo se recoge en tus piernas,
el creador de verbos que juega a ser mente
cuando se le rinde una lengua sin condiciones.

Te inclinas iluminando lunas con el deseo que callas
y mi carne te reconcilia con los gemidos,
empapado en tu saliva soy hombre entre los hombres.
Tuya es toda la memoria de mis labios
y arqueas la espalda con vocación de cicatriz en el aire.
Por un instante amo, amo la belleza de tu laberinto
el vaivén apocalíptico de tus caderas convulsas
las manchas de carmín inmortales.
Tus uñas muestran el precipicio y busco con desesperación el                                                                                                                  [vacío
confundirme en la niebla que cruza tus ojos. 
Las voces exhaustas arrancan metralla del alma
y nos desplomamos con un sabor vehemente en los bordes.

Silencio.                   Silencio.                           Silencio.

Recoge las sombras y olvida la cintura que traspasó la noche,
en el costado soy inhabitable.
Si te extraño siempre podré cerrar los ojos
y recuperar los pedazos de aliento que cayeron al suelo.



sábado, 8 de noviembre de 2014

Bajo la estatura de una lágrima




Te amé en un descuido
las mariposas no se acunaban en los bordes de                                                                 [la nieve
pero había gatos azules por los tejados
y cada sombra poseía la locura de las rosas,
nada nos faltaba en el rostro.
Un silencio nos cicatrizaba la piel
con la saliva tierna
de quien decide suicidarse en otros ojos.


Te amé en un descuido
bajo la estatura de una lágrima que te medía un lamento,
en ella leí tu nombre virgen
y supe que sólo existiría
en la luz del cuello insumiso que tentaba el ancho de mi deseo.


Después, tuvimos tanta vida en los labios
que la eternidad se hizo verano
o cisne
o huella en tu ombligo de ésta mi mano férrea
que me deja vendido ante el recuerdo que irrumpe.


Aunque me cueste confesar aquél aire
te amé,
te amé tan hermosa que oscurecías la tarde.