LA
CENTÉSIMA PUERTA
Entre el 5 y el 23 de
abril de 2003, cuando Bagdad cayó en poder del ejército estadounidense, bandas
de saqueadores vaciaron el Museo Nacional de Iraq. Alrededor de 170.000 piezas
del museo, la mayor colección de antigüedades de Sumeria, Babilonia y Asiria,
desaparecieron o fueron destruidas, incluidas tablillas cuneiformes de 5.000
años de antigüedad, la primera forma de lenguaje escrito. ¿Fue planificado el
saqueo con anterioridad a la invasión? ¿Por qué se llevó a cabo? ¿Con qué finalidad se ha destruido la memoria
de la humanidad?
Semanas
después, Ayman Mansûr, experto en la civilización sumeria, recibe el encargo de
huir de Bagdad con una pieza antigua: el Sello de los Destinos. Debe impedir
que caiga en manos de la élite que gobierna el mundo desde la sombra. “Yo, llamado Sag-giga por requerimiento del
destino, pero nacido bajo otro nombre para la justa gloria de mi familia y que,
por seguridad de la misma, enterré en la puerta de Jurasan, al huir de El
Regalo de Dios o de Baġdād, como es conocida la ciudad que eclipsó a
Ctesifonte, y que hoy se postra humillada, regando sus calles con sangre que
jamás debió abandonar sus sagrados cauces,
no puedo permanecer más de tres días en el mismo lugar para que la gente
no se habitúe a mi rostro, ni al tono suave de mi voz, agravada por el humo que
respiré intentando salvar el mayor número de ejemplares, cuando incendiaron la
Biblioteca Nacional”.
Gabriela,
una joven rebelde, creadora de grafitis y peleada con el mundo, comienza a
tener extraños sueños. Obsesionada con encontrar a su madre, que la entregó al
nacer a una institución, se duele de que su memoria sea un desierto, médanos de
arena inhóspita, asfixia que clava las uñas. No hay ninguna duda del motivo que
la lleva a amar en defensa propia: la búsqueda de su identidad. “Gabriela
observa su rostro. Los ojos oscuros, las mandíbulas tensas, la nariz indecisa
entre ser chata o respingada, el pelo negro, desmadejado, precipitándose sobre
los hombros en ondas que no alcanzan la consideración de rizo. Gabriela se
traza dos rayas en ambos lados de la cabeza y se hace una cola de caballo; a continuación
saca una maquinilla y comienza a afeitarse la cabeza. Si la vida le había
declarado la guerra, ella no es de las que sollozan suplicando un armisticio,
se prepara para entrar en combate con su rostro más feroz, colgando en una
percha el grito de la piel asustada”.
Noah
Stein, abogado judío y mano derecha del multimillonario Michael Fellerstone,
relacionado con los Illuminati y los Bilderberg, es el encargado de encontrar a
Ayman Mansûr y el Sello de los Destinos. Toda la maquinaria del poder se pondrá
a su servicio para estrechar el cerco y destruir la codiciada pieza sumeria,
aunque ignora las verdaderas intenciones de su jefe. “Noah Stein
caminaba sin prisa por Fort Circle Park, había abandonado el sendero paralelo
al río Anacostia para dar un paseo por una antigua vereda del bosque de robles.
No era un hombre que se entusiasmara por la naturaleza, sus pasiones eran más
prosaicas, le interesaba exclusivamente lo que pudiera comprar, dominar,
alterar a su conveniencia. Fellerstone, ese viejo anacrónico, empecinado en
gobernar un mundo del que ya tenía pie y medio fuera, no le inspiraba
confianza. Pero sabía que si culminaba con éxito la historia, su papel en la
organización ganaría protagonismo. Y poder. Y dinero. Mucho dinero. ¿Acaso
había algo más importante para Stein que el dinero?”
Estas
tres personas, aparentemente tan separadas en la distancia y en la cultura,
Bagdad, Madrid, Washington, iniciarán un viaje apasionante que les llevará a
conocer y a habitar mundos sorprendentes. Mundos del pasado, del presente y del
futuro. La alquimia, el Nuevo Orden Mundial, los universos paralelos. Mundos fantásticos y tenebrosos.
Cada
historia es un sencillo eslabón, un genoma que se entrelaza con otros genomas
para crear un ADN y formar un todo. Nuestra historia no puede caminar sola,
necesita la solidaridad de otras voces que también buscan una identidad; voces
que nos parecerán lejanas, distantes, incluso contradictorias. Pero según
vayamos avanzando, descubriremos que no solo nos complementan sino que además,
conforman un paisaje único. Ayman Mansûr, Gabriela, Noah Stein, creen que están
viviendo su historia personal, sin embargo, cuando los sucesos les quiten la
subjetividad y sus días se vayan uniendo en un único amanecer, serán
conscientes de que todos están inmersos en la misma historia. Nuestra historia.
Una novela que nos permite ofrecer un
mosaico de intrigas, de amores y traiciones; un espejo donde veremos reflejados
nuestros temores y nuestros sueños. No en vano, al ser humano solo le
distinguen sus pasiones, y lo demás… lo demás es literatura.
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