Mi pasión por las
etiquetas surgió al ganar un premio de poesía moderna recitando la etiqueta del
detergente Ariel Ultra. Así, a primera lectura, os sonará raro, al jurado
también y por eso me dieron el premio. En su defensa, diré que la recité con un
dramatismo digno de cualquier poema de Miguél Hernández, y como hoy, en poesía,
se lleva mucho reflejar sentimientos con palabras que ni siquiera existen,
ningún miembro quiso quedar como inculto y alabaron mi ingenio. Cuando me
entregaron el diploma les dije: Gracias, zeolitas. Y todos aplaudieron con
fervor. Zeolitas, para los neófitos en etiquetas de detergentes, son una partículas minerales que lleva el
susodicho producto y que comprenden silicatos alumínicos y alcalinotérreos. ¿A
qué se os ha quedado cara de jurado? No aplaudáis como ellos que continúo; desde ese día he dejado de leer novelas,
cuentos, incluso relatos cortos, porque he llegado al convencimiento de que
todo lo que no quepa en una etiqueta es superfluo, de verdad, son ganas de
enrollarse, paja en resumen. Ahora mismo estoy preparando unas oposiciones a
corrupto y no penséis que me estoy estudiando el temario, ¡Qué va! Estoy
memorizando las etiquetas de las sopas de sobre, al tiempo que aprendo a
escribir con una letra que no es mi letra por si algún día investigan de quién
es la letra.
Pero toda esta
exposición, superflua por supuesto, venía a cuento por una idea que me ha
poseído: las personas deben llevar etiquetas. Sí, sí, como cualquier producto,
al fin y al cabo también nos consumen. Etiquetas claras, identificativas,
sencillas. Etiquetas que te eviten
comenzar una relación con otra persona y tardar años en darte cuenta de que te
ha estado engañando, de que no es simpática, ni trabajador, y que ni mucho menos,
todo lo que esconde es digno de mostrarse.
“Soy llorón”. Escueto, conciso. Las
mujeres aficionadas a las lágrimas tienen ahí su parcelita para abonar.
“Soy
eyaculador precoz”. Pues muy bien, no hay por qué avergonzarse, otros se
muerden las uñas de los pies. A las que no les guste el pecado ya saben que con
dos minutos a la semana le van a hacer feliz, y él encantado de no recurrir a
las consabidas mentiras: es la primera vez que me pasa, debe de ser por el
estrés. Estrés, estrés, anda ya, que eres un “prisas”.
“Soy guarra”. Aunque no
lo aparente está avisando, tú sólo ves la pulida superficie del iceberg pero
oculto bajo las ropas de Yves Saint Laurent puede haber un síndrome de
Diógenes, o una vasta experiencia en películas para adultos.
“Soy canalla”.
Ideal para sufridoras; el resto de mujeres absténganse de consumirlo sin consultar
antes con un especialista. Esto lo añado porque hay muchas chicas que piensan:
conmigo va a cambiar. Yo conseguiré que deje de serlo. No, no, ¡Nooooo! ¡Heroína
ya fue Juana de Arco, y la quemaron! ¡Ana Bolena dijo esas mismas palabras y
todavía anda buscando su cabeza! Quién de joven es canalla, de viejo es cabrón.
No falla. No tientes a la suerte que tienes muchas etiquetas por delante.
“Soy
inteligente”. Si la lleva un hombre probablemente sea una presunción, si la
lleva una mujer seguro que es una amenaza.
“Soy ingenua”. Ideal para los
hombres que engañan con las medidas.
“Soy obediente”. La pareja perfecta para
aquellas mujeres que les gustaría tener una mascota pero odian a los animales.
"Soy poligonera". Nacida para los amantes de la música de Camela.
"Soy poligonera". Nacida para los amantes de la música de Camela.
“Soy
político”. Allá tú.
Así podría seguir hasta
completar un tomo de más de 1000 páginas al estilo de Gárgoris y Habidis de
Sánchez Dragó. Mil páginas que serían innecesarias, fútiles, ganas de talar
árboles. Lo único que realmente vale la pena del relato es el título: Las
personas deben llevar etiquetas. Todo lo demás, igual que en la vida, si no
cabe en una etiqueta es superfluo.
Ya podéis fumar, zeolitas.
Llevar etiquetas nos evitaria sorpresas pero le quitaria emocion a la vida. Muy bueno
ResponderEliminarEstas sembrao!!!!! Magnífico, divertido y súper original!!
ResponderEliminarBesos.
Seguramente nos encontrariamos personas que en vez de etiquetas llevarian prospectos. Me gusta cuando escribes cosas que nos hacen pensar pero riendo
ResponderEliminarJajajaja. Voy a pensar en mi etiqueta. Mmmmm. Difícil me lo pones.
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