Desabróchame
la vida,
deshaz
mis temores a dentelladas,
descorre
mis días sin sol,
retórname
al que soy y no puedo ser.
En
algún rincón guardo las lunas azules
que
perfilaban tus caderas,
la
mirada canalla
que
despertaba tus deseos inconfesables,
y
el reloj sin manecillas
donde tu risa loca
marcaba,
sin querer, la hora del universo.
Desabróchame
la vida, que se ha vuelto
tan
densa que desdibuja el horizonte.
Súbeme
a tus sueños y condúceme al lugar
donde
tu piel recorta playas de arena viva,
donde
las aguas de espejo
reflejan
la quietud del alma
y
el fuego de la sangre.
Date
prisa que las ventanas menguan
y
los escalones crecen.
Corre
que los hombres transitan las calles
con
ojos sin luz.
No
bastó que les entregara mis días,
ni,
después, las noches.
Ayer
se llevaron mis últimos recuerdos
y,
perdóname… tu nombre.
Vuelve
y mírame, como sólo tú puedes hacerlo,
apúrate.
Creo que ya nadie me ve.
AUTOR: JOSÉ AGUSTÍN LÓPEZ SELFA
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