Hoy
la lámpara me ha hablado de ti,
la he apagado.
No me gustan las bombillas con doble filamento, siempre iluminan tu herida,
invadiendo la sombra ajena.
Las velas respetan más los sentimientos,
sus lágrimas no se adueñan de la tristeza
ni visten de sol la nostalgia.
Hoy la lámpara me ha hablado de ti,
desconoce
la palabra caridad.
Debería hablar de Edison
pero ha confundido los
dioses.
No soy quién para reprochárselo,
sigo
creyendo en tu mirada
quizá por eso
te amo.
Sólo
quizá.
Hoy la lámpara me ha hablado de ti,
la
he apagado.
Prefiero
soñar tu oscuridad.
Me dejaste muda, una maravilla, de esas que cuando las leo no se para que lado correr.Velas para ti...Bss
ResponderEliminargenialidad!!es un gran escrito Alfredo,diferente,lo comparto permiso
ResponderEliminarPara pensar en alguien querido, no hacen falta bombillas, ni velas ni soles ni estrellas, el sentimiento no entiende de luces.
ResponderEliminarno apagues las luces para seguir amando, nos despides esta semana con palabras profundas que nos dejan pensando, besito
ResponderEliminaruna maravilla.te felicito
ResponderEliminarMuy bonito. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarUna preciosidad, no me canso de leerlo, me ha impactado esa lámpara. Gracias por compartir un escrito que demuestra que la luz no es tan necesaria.
ResponderEliminarYo en vez de soñar EN su oscuridad soñaría SU oscuridad. Cuestiones de inclemencia, supongo, para un poema de transcurso interesante y con una óptica alejada de lo convencional, cosa que ya es de agradecer (a todas luces).
ResponderEliminarShabat shalom (y abro el juego ya que Morgana me recomendó tu blog y vi que te hiciste seguidor -mudo- del mío)
Gracias, Gavri. Me he permitido corregir tu sugerencia. Un abrazo.
ResponderEliminar¿Me dejas copiarlo y leerlo todas las mañanas? Mejor todas las noches. Genial!
ResponderEliminarNo me gustan las bombillas con doble filamento,
ResponderEliminarsiempre iluminan tu herida,
invadiendo la sombra ajena.
Fulminante verdad, estupendo el poema.
Seguimos, a la luz de las velas, a ser posible.
Namasté.
Entre luces y sombras, al filo del abismo de las palabras implícitas, ausentes, se yergue nuestra herida como un tótem infinito hasta tocar el cielo y, en el dolor, nos devuelve al irrenunciable amor, quitándonos la calma.
ResponderEliminarEso me ha transmitido tu bello poema. ¡Eres extraordinario! ¡Felicitaciones!