El
recuerdo se desnuda al atardecer
y en la transparencia de las sombras
te veo sonreír de lejos.
Te veo sonreír
en las azucenas borrándose del día,
y en los pájaros que careciendo de nombre
extienden con sus alas la tristeza
de un náufrago nostálgico de mareas.
Tu cuerpo camina por el aire sin bordes
y te veo sonreír de lejos.
Te veo sonreír
en dos
frentes amándose,
en el zapato de charol que quiso ser espejo
en la pausa que imita una caricia,
y al fondo, un grito tirita de frío.
Aguarda, que en la luz desvanecida
aún te veo sonreír de lejos,
y tu sonrisa tiene el color del horizonte
y el sonido del agua entrelazando la cintura
de un dolor tan pequeño que casi es un beso.
Tu sonrisa es ancha de cielo
y hermosa en la inicial de una mejilla.
Luego llega la noche
con el desdén de un dedo que no toca,
noche que se quiebra en dos sentimientos,
en uno sólo estás tú,
en el otro siempre estás conmigo.
He tenido demasiados sueños
y todos caben en tu sonrisa.
No hay nadie en el mundo.
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