No
hay magnolias azules prendidas
en los insomnios de un regreso,
hay segundos respirados en tu boca
y voces enronquecidas por el silencio.
No hay paisajes al sur de tu cuerpo,
ni lechos de arenas en flor
donde descansar un labio
que se olvidó de ser labio
entre palabras sin besos.
Hay esperanza en el color de las cerezas,
en la mirada que abre un sueño en dos
hasta que la luz deja de iluminar
y se hace
memoria.
Y en la memoria desordenada
de esta noche de cielo bajo
donde no caben estrellas
sin pensarte, te pienso.
Te pienso en la remota lejanía
donde mueren las rosas del ocaso
y se desploma la penumbra de un suspiro
que arroja cenizas sobre tu ausencia.
Te pienso al compás del olvido
a la orilla de una lágrima
creyendo sólo en tu cuerpo.
No hay magnolias azules prendidas
en el quicio de un recuerdo.
Y sin pensarte, te pienso.
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