Lo preocupante del
descaro con el que se expresan ciertos correveidiles echándonos la culpa de la
crisis, mientras se llenan los bolsillos con nuestros impuestos, es que todas
las medidas tomadas para salir de esta “resaca” son inútiles y lo único que crean es un
abismo entre ricos y pobres que será un gran obstáculo para el progreso. Esta
teoría lo demuestra el estado en el que se encuentra Grecia, y a pesar de ello, los
gobiernos, siguen aplicando los mismos recortes en el resto de países afectados.
¿Por qué razón? ¿No tienen pruebas suficientes de que esas reformas sólo consiguen
arruinar a los ciudadanos? Entonces ¿Qué mente truculenta les anima, ordena,
sugiere, que sigan con esa clase de ajustes? ¿Con qué propósito? ¿Quiénes son
los únicos que se benefician de esta política?
Pienso en una respuesta
inquietante: la soberanía es de los mercados. Los gobiernos nacionales se han
convertido en chulos de barrio que cumplen las órdenes de sus nuevos jefes. Nos
dirigen hacia un feudalismo capitalista decidido a expoliar cualquier euro que
hayamos tenido la osadía de ahorrar. Según el artículo 47 de la Constitución: todo español tiene derecho a una vivienda
digna. Pero este artículo se lo saltan a la torera los bancos que han
efectuado 400.000 ejecuciones hipotecarias desde que comenzó la crisis. Esos
mismos bancos que reciben miles de millones de euros de nuestros impuestos (como si fueran empresas públicas) para salvarles por su ineptitud, su ambición y sus desastrosas inversiones, esclavizan a
los ciudadanos a través de la usura. ¿Qué hace el gobierno? Mirar para otro
lado. Según el Ministro de Justicia en declaraciones a la Sexta: no podemos obligar a los bancos a la dación
en pago porque cortarían las líneas de crédito, y el país necesita créditos.
Es decir, los bancos nos gobiernan, o mejor dicho, nos chulean.
El Estado ha decidido,
no sabemos con qué derecho, que es más importante tener contentos a los
“mercados” que defender a los ciudadanos. Y por ello no elaboran leyes para
acabar con la usura de los banqueros, ni con la ambición desmedida del capitalismo
salvaje, las elaboran para quitarnos libertades y derechos, para entregar
atados de pies manos a los mismos que los han elegido como representantes a
través de las urnas; y mientras, nos sueltan carnaza para que los idealistas
políticos se enfrenten a sus contrincantes sin enterarse de que el enemigo
en estos momentos se encuentra oculto bajo el seudónimo de “mercados”. Quizá,
cuando se quieran dar cuenta de que esta crisis no tiene etiquetas de
izquierdas o de derechas, sino de humanidad, de dignidad, de justicia, no haya
sitio en las cárceles para los verdaderos responsables porque estarán llenas de
ciudadanos que reclamaban sus derechos y de estos mismos políticos que ahora
están haciendo el trabajo sucio a sus amos. Quizá entonces, conozcamos quien se
esconde bajo la máscara de ese seudónimo.
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