Podría
amar desde cualquier viento,
desde el escándalo de tu mirada
que abriga los recuerdos
y los versos ausentes.
Podría amar en la elasticidad de un minuto
y sacar el amor de los relojes
para que el tiempo lo marque un roce
o el escorzo de una mano limpia
en las horas tardías del deseo.
Podría amar desde el niño inevitable que fui, y seré
cuando me extienda como una marea sin reposo
sobre la mujer que aguarda la luna
que perdió en aquellos labios.
Qué semejantes serán nuestros cuerpos
en ese seno acusado de indiferente
por entregar a plazos su espacio para los besos,
semejantes de soles nuestras mejillas
y almendros en flor encima de los diamantes,
semejantes de torso nuestros sueños
y azucenas en la carne triste de la nieve.
Qué inútil el esfuerzo de las estrellas fugaces.
Desde el punto de fuga de un mensaje inacabado
la soledad abandonará todas las respuestas
y olvidando el sarcasmo de un muslo contraído
gritarás: ¡Eres mi cuerpo semejante!
y yo gritaré: ¡Soy cuanto eres!
Quédate amor, quédate en mi boca
seas horizonte o suspiro
pósate en mis dedos redondos como nubes
y alarga el insomnio hasta el brillo último,
atrévete a mezclar versos en mi lengua
que en el vuelo de un cuerpo creciendo sobre sí
mismo
yo podría amar.
Siempre amarte.
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