Me
encontré el conocimiento tirado
como saliva que sobra de cualquier patria,
en su lucidez me hundo y no conozco mi frente
¡Hawking lo sabía y lo callaron!
Le han puesto la voz de un tele-operador
que me persiguió durante años para cambiar de móvil
pero ayer grité la palabra clave: ¡Big Bang!
y colgó.
Sí, el big bang no es el comienzo, fue el final.
¡Todos estamos muertos!
Somos el lamento de aquella expansión
el último sueño de otros hombres proyectado sobre el
universo.
¡Qué cruel ser sólo un pensamiento ajeno!
Las emociones eran turbulencias de una idea
luz que no avanza,
no existimos en la mirada sin desorden
ni en la memoria que aún recuerda
ni en los labios que rezaron un te quiero a tu
costado tibio.
En este respirar de cristal empañado
ámame, sueño sentido en sombras,
que la oscuridad me oculte donde he vivido.
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