El
amor carece de ángulos
de aristas que quiebren la longitud de un beso,
es hermoso en el sabor de un dedo que provoca
y batalla cuando el gemido se hace viento.
Apoyado en él, los
mundos se desprenden
y el aliento rueda por el valle que calla
borrando las siluetas de tiza
que el tiempo nos olvidó en la espalda.
Perdona que hable de nosotros pero está lloviendo
y mi silencio te conoce.
Cierro los ojos y aguardo.
Los pájaros de la soledad no cantan
susurran tu nombre.
Fotografía: Klaus Kampert
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