lunes, 29 de septiembre de 2014

Desnudo de vida y lumbres


Qué difícil ser mar
o espejo que no encuentra.
Mi nombre está vacante
heredado por la tierra,
nadie me piensa, no dicen:
ese es quien no supo ser amado y amó.
Cómo añadir más noches a la noche
cuando eres olvido
ni siquiera frío
o espalda en las esquinas de esa niebla
donde la transparencia de las palabras es                                                                  [viento.
El infinito no existe
yo sólo he visto el caos de un limón
cortado en gajos que desconocen mi boca
y a veces una acera tan estrecha que ya no llora,
ese es mi lugar
lejos del murmullo que surge de un rostro,
desnudo de vida y lumbres,
en la soledad profunda de ese ángulo
donde no cabe la ausencia
ni el sonido a sangre de otro cuerpo.
Qué difícil ser ceniza
aunque nadie te respire
ni alce a tu lado un pensamiento vacío.
Yo tuve un suspiro o una tregua
y en sus labios ilimitados fui joven
tan joven que ya no quiero ser.
Qué mano amiga me mostrará el camino
del abismo que el pie rechaza
para convertirme en idea
o en destello
o en lagrima sobre un pecho triste.

Cuánto duele la cordura
en el intervalo oscuro de un parpadeo.


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