jueves, 16 de octubre de 2014

Diálogo con las sillas


¡Sólo estoy en ti!
grité anoche con la voz recortando nubes
y nadie contestó,
quizá no había nadie en el otoño,
la casa estaba tan callada
que la intimidad hacía eco en mis hombros.
¡Qué extravío dialogar con las sillas!
Las palabras se acomodan en la madera
sin la curiosidad de un beso que sorprende,
sometidas al capricho de la nostalgia
cuando confiesa su debilidad por un vidrio
o por la inconsistencia de un rostro que inquieta.
El amor se deshiela escondido en la paciencia
y las goteras no invitan a tomar café.

¡Sólo estoy en ti! Grité anoche
y quizá no había nadie en el otoño
ni siquiera yo,
pero buscaba una almohada
para justificar la oscuridad.

A propósito de anoche
agité dos versos y tu nombre cayó en mis manos.



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