Hay
tantas formas de pronunciar Noche
que prefiero gritar Espiga
o Crepúsculo,
tantas que prefiero recortar sus calles
con forma de corazón que regresa.
La noche no es un río
pero duele,
duele en el pecho que desea
en el ojo que se desnuda para mirar y no ve.
Duele en la oscuridad que dejan las palabras
que comulgaban en tu cuello
cuando la carne era humilde
y los besos no resbalaban a pie cambiado.
La noche que olvidaste en mis manos
no se entretiene en sonrisas
ni en cuerpos que desconoce,
sólo sostiene una idea
un silencio cuyo latido soy,
y si soy en la brevedad de esa luz
que aguarda la sombra de tu boca
cómo no habría de amarte.
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