sábado, 20 de abril de 2013

Deja De Arañar Mis Palabras


Deja de arañar mis palabras intentando hallarte en mis sentimientos. No me leas a escondidas buscando tu nombre, buscando el rastro de promesas incumplidas o simplemente la nostalgia de aquél beso.  ¿No resulta agotador ocultarme a tus sueños?

Yo nunca he escrito nada, mis renglones permanecen vacíos, huérfanos de comas, de puntos y hasta de versos; las letras carecen de sentido cuando las devuelve el silencio. Lo que lees en tu soledad de seda fingida es un espejo, restos de conciencia pulida a doble espacio y sin talento, un espejo de almas que refleja tu rostro, tus miedos y sus deseos. Tú escribes cada una de las frases que te recorren el cuerpo, escribes que me amas, que me odias, y a veces rasgas un lamento; escribes sobre islas lejanas y amores tan imposibles como eternos. Viajas a playas perdidas y desciendes por tus infiernos.

Despierta. Todo es mentira, el mundo, García Márquez, incluso tus pensamientos. No existe el aire que respiras, ni Macondo es un pueblo; tus labios son una leyenda y las mil y una noches un cuento; Peter Pan no puede ser un héroe y el horizonte es una raya en tu bosquejo. Bórralo, crúzalo, dibújalo más lejos. Rompe el espejo que limita tu imagen en un rectángulo del no tiempo y vive lo que trazas con mi manos, pues es tuyo todo lo que siento.

Deja de arañar mis palabras. 

Sólo plagio tus sentimientos.            


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