Deja
de arañar mis palabras intentando hallarte en mis sentimientos. No me leas a
escondidas buscando tu nombre, buscando el rastro de promesas incumplidas o
simplemente la nostalgia de aquél beso. ¿No
resulta agotador ocultarme a tus sueños?
Yo nunca he escrito
nada, mis renglones permanecen vacíos, huérfanos de comas, de puntos y hasta de
versos; las letras carecen de sentido cuando las devuelve el silencio. Lo que
lees en tu soledad de seda fingida es un espejo, restos de conciencia pulida a
doble espacio y sin talento, un espejo de almas que refleja tu rostro, tus
miedos y sus deseos. Tú escribes cada una de las frases que te recorren el
cuerpo, escribes que me amas, que me odias, y a veces rasgas un lamento; escribes
sobre islas lejanas y amores tan imposibles como eternos. Viajas a playas
perdidas y desciendes por tus infiernos.
Despierta. Todo es mentira,
el mundo, García Márquez, incluso tus pensamientos. No existe el aire que
respiras, ni Macondo es un pueblo; tus labios son una leyenda y las mil y una
noches un cuento; Peter Pan no puede ser un héroe y el horizonte es una raya en
tu bosquejo. Bórralo, crúzalo, dibújalo más lejos. Rompe el espejo que limita
tu imagen en un rectángulo del no tiempo y vive lo que trazas con mi manos,
pues es tuyo todo lo que siento.
Deja de arañar mis
palabras.
Sólo plagio tus sentimientos.
Alfredo su poesía es exquisitamente alquímica!de lo simple escribir lo que usted escribe es para mí,una lectora solamente eso sí,es inefable,saludos
ResponderEliminarUna bellísima amargura.
ResponderEliminarPrecioso.
ResponderEliminarAmargas, pero divinas palabras.
ResponderEliminarQue bonito Alfredo!
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