Buscando
miradas, me saltaron a la vista algunas que creía olvidadas, otras que jamás
podré olvidar y la de aquellos ojos negros que nunca me miraron; pero ninguna
era como la tuya.
Buscando abrazos, he
encontrado abrazos azules que me elevaron al cielo, abrazos blancos ajustados
desde el cariño, incluso abrazos ya descoloridos que me sumergieron en viejas
pasiones, abrazos desmayados, prietos, confusos y alguno para colgar del
llavero; pero ninguno era como el tuyo.
Buscando caricias, sonreí
con un ramillete de caricias distraídas, de las que introduces en buzones ajenos
sin aguardar recompensa; también las hallé tímidas, escandalosas y viajeras en
busca de dueño, caricias de amor, de amistad y sin remitente a la entrega; pero
ninguna era como las tuyas.
Buscando, amé tu
recuerdo. Gracias, madre.
que hermoso!
ResponderEliminar¡Precioso, Alfredo! Ahí está ella. Imposible olvidarla.
ResponderEliminarBellas y preciadas palabras, para recordarla. Me ha emocionado.
ResponderEliminarAsí es, no hay mirada más grande, más desinteresada y amorosa que la de una madre. Precioso. GRACIAS
ResponderEliminarBello,bello,bello. Me ha emocionado doblemente, como hija y como madre
ResponderEliminarGracias :)