Siempre
he pensado que tenía un cuerpo que no me merecía. Yo nací rollizo, después fui
gordito, repolludo, cebado, y acabé siendo rechoncho. En otras palabras, que he
vivido con complejo de globo aerostático. Y no es por falta de cuidados, si no
hacía deporte no era producto de mi cobardía ante el esfuerzo físico, sino a la
dificultad de introducir un cuerpo amorcillado en una camiseta sin que las
costuras me hicieran llagas. Pero a pesar de ese ligero inconveniente yo era
feliz. Me sentaba en un banco y podía observar atentamente a todas las mujeres que
pasaban, sonreírlas, alegrarme por su belleza, incluso soltarles algún piropo elegante
la tarde que me encontraba valiente. Jamás ocurrió nada. Ninguna se volvió para
darme las gracias por el halago. Sin embargo, ahora, embutido en el cuerpo de
Brad Pitt, mi vida se ha convertido en un infierno. Cualquier mujer comprendida
entre los quince y los ochenta años me acosa sin rubor, y no hace falta que
diga nada, ni que sea simpático, ni ocurrente, ni que las provoque con una mirada
de complicidad. Amigos, sé que esta confesión os va a doler, pero es mentira
que las mujeres aprecien el buen humor y la inteligencia, lo dicen para quedar
bien delante de sus parejas, son unas falsas, unas hipócritas, unas arteras.
Cualquiera de vuestras mujeres, esas que adoran que las hagáis reír por encima
de cualquier otra cualidad, o que las asombréis resolviendo una ecuación
imposible, serían capaces de dejar que os dedicarais a la política si eso les
permitiera engañaros conmigo. Bueno, conmigo no, con Brad Pitt que ahora soy
yo. Anoche, cuando me sacó a pasear mi mujer, la vecina del segundo se me
agarró a un muslo y tuvimos que llamar al Samur para que se desenganchara. Y el
problema no acabó ahí, cuando llegaron con la ambulancia, la enfermera me
reconoció y se empeñó en hacerme el boca a boca porque, según ella, la presión que
ejercía la lapa de mi vecina, me iba a cortar el flujo sanguíneo y no tardaría
en desmayarme. Con el escándalo y las voces se amplió el corrillo. Una
sexagenaria que paseaba con su marido, le puso la zancadilla para que los del
Samur le atendieran por la caída, y aprovechando la confusión se agarró a mi
cintura al grito de: ¡Por ti mato! Mi mujer, incapaz de contener la avalancha,
llamó a los bomberos, y mientras llegaban, un grupo de quinceañeras se subió
por mi cuerpo, como si fuera una cucaña de feria para cortarme un trozo de
pelo. Acabé en el suelo, rodeado de deseo y lujuria, soportando tirones de pelo
y besos aventosados de la anciana que había perdido la dentadura en el
forcejeo. Os juro que no conté ni un chiste para hacerme el gracioso, ni
siquiera pude desarrollar el teorema de Pitágoras.
Cuando llegaron los
bomberos y amenazaron a las mujeres con las hachas, pude zafarme de su acoso y
huir hacia mi casa, aunque antes tuve que emplearme a fondo para convencer a un
bombero, que quería comparar nuestras mangueras, de que yo no tenía ni jardín.
Como podéis ver es muy
duro ser un hombre objeto. Yo echo de menos mi físico de antes. Sí, tendría sus
tropezones, sus morcillitas, sus asas, pero al menos podía salir a la calle con
tranquilidad. No os imagináis la suerte que tenéis de no ser Brad Pitt.
Por cierto, otro mes
más sin que estrene ninguna película, tanto silencio comienza a preocuparme.
¿Cómo le ira la vida en Hollywood con mi cuerpo?
P.D. Mi mujer ya no me
quiere sacar de casa ni por la noche. El infierno continúa.
Jajajajaja! Pues yo sigo prefiriéndolos inteligentes.
ResponderEliminarJajajajaja, así que eras tú. Y yo pensando, "mira, ¿quién será ese pobre hombre?"
ResponderEliminarYo lo vi todo, todo (menos la manguera)
Jejejeee... ¿Dime dónde estás para que me ciña a tu cuerpo como una armadura en la hechura de una caballero del medievo?
ResponderEliminarQuevedo se sentaría contigo a fumarse unos puros o beber una copichuela o lo que fuere, que -con ese cuerpo- no puedes andar por lugares concurridos ni cometer excesos.
Buenísimo. Un placer leerte. Ann@
Brillante. Basta ya de tópicos falsos sobre los hombres y las mujeres.
ResponderEliminar¡¡Es una pesadilla!! Pobre hombre, para que luego digan que ser guapo es fácil..GENIAL:-)
ResponderEliminarJaja, pobre mujeres, creía que se nos valoraba más, pero da igual aún así, yo prefiero la inteligencia, aunque con lo feo se quiten las ganas de comer. Muy gracioso.
ResponderEliminarMe encanta!!! Inteligente, divertido,original...Espero que nos sigan llegando noticias de este ¿pobre hombre?.
ResponderEliminarjajajajajaja! Que no, que no... Que los inteligentes son un peñazo, creo! jajajajajaja
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