No existes en ti.
No existes en la puntualidad de la memoria,
ni en los pensamientos que ocultas
sobre el ángulo ciego de los hombros.
No existes en el golpe de sangre
que otorga alas a las manos,
ni en el rumor de esa tarde
que rehúye ser tarde por ser pronto y eterna.
No existes en el calendario de hormigas
donde tachas noches y días
para ignorar que hay otras vidas
sin el vuelo corto de la nostalgia.
Existes en mí, y yo en él,
y nosotros es un singular equivocado.
En el llanto existes en mi lluvia
en el dolor yo me alargo en sus brazos,
muriendo, aquél vive por tu risa
y viviendo, ella muere en mis labios.
Mil veces hemos nacido
y mil veces hemos olvidado
que caminamos dormidos
y nos llamamos extraños.
¡Despierta!
Hay bocas más allá del miedo
que aman cuando se separan los cuerpos,
relojes que después de la hora once
darán entrada a universos perdidos,
miradas que sin buscar encuentran
y peces abstemios bebiendo suspiros.
Hay palabras que te devuelven el alma
y alma si cruzas el río.
¡Despierta!
Que no te engañe su cárcel,
esos mundos los llevas contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario