La
noche había entrado con el cartel de fin colgando del filo inferior de la luna
creciente; las estrellas estaban de vacaciones, tampoco las necesitaba, nunca
se sintió a gusto actuando con público. De fondo se escuchaba la sonata para cello
número 1 de Myaskovsky. El llanto del cello le apasionaba, casi tanto como el
suyo. Se tendió en la cama con los ojos fijos en una lámpara que no mostraba un
deseo desmedido por aportarle conversación, hacía tiempo que no la encendía,
hacía tiempo que sus labios sólo trabajaban para unos buenos días o para un
hola desmayado al paso de alguna vecina, hacía tiempo de tantas cosas que no se lo
pensó más. Abrió el tubo de somníferos y dejó caer con suavidad unas treinta
pastillas en la palma de su mano. El cello lanzó un alarido angustioso. Era el
momento perfecto. Se echó las pastillas a la boca con energía pero en la
preparación de la escena se le había olvidado el vaso de agua en la encimera
de la cocina. Nunca había tragado bien los medicamentos sin su ayuda, ni los
medicamentos ni las relaciones personales con su entorno. Haciendo esfuerzos
para mantenerlas en la boca llegó hasta la cocina y cogió el vaso. Justo cuando
se lo llevaba a los labios sonó el teléfono. En el movimiento de frenar, un par
de pastillas saltaron al suelo iniciando una breve carrera. Ni pensaba ni podía
contestar con la boca llena y esperó a que se conectara el contestador. Si le dejaba
un mensaje sería la última voz que escuchara antes de acabar con la inutilidad
dolorosa que le aportaban sus días.
.- Te quiero.
Perdóname.
La mandíbula se le
desencajó hasta las rodillas, salió corriendo hacia el teléfono escupiendo como
podía las pastillas.
.- ¿Sí? ¿Oiga?
.- María, ¿Eres tú?
.- No, se ha
confundido.
.- Lo siento.
.- Disculpe – dijo escupiendo
la última pastilla sobre la alfombra - ¿Le importaría repetir lo que ha dicho
antes?
.- Te quiero.
Perdóname.
Hacía tanto tiempo que
no escuchaba un te quiero que se echó a reír.
.- Gracias – musitó al
colgar.
El cello lanzó un
suspiro final conmovedor. Ella lo acompañó, como siempre.
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