Eres
alta como el silencio,
tan alta que mi voz no te halla
en las tempestades del verso.
Qué latido te sangra el corazón.
Qué huellas persigue tu regazo.
En tu busca me entrego al mundo
con gritos de amor en las pupilas,
con una luz que no llega a ser luna
y se deshace en umbrales tan estrechos
como un labio sin
dueño.
Qué rosa albergará tu nombre.
Qué abrazos te regalarán golondrinas.
Quizá fueran tuyos aquellos senos
que desgarraron mis palabras,
o el arpa de manos sutiles
que tañó melodías en mi espalda,
pero hoy eres alta
tan alta como el silencio.
Exiliado del cielo de tus muslos
todas las mareas son pecado.
Deseo tanto desnudarte en mi boca.
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