jueves, 25 de septiembre de 2014

Mis manos son anchas


Mis manos son anchas
tan anchas
que no las desborda la noche
ni los abismos de un cuerpo ajeno de luna.
Son manos antiguas
que aman el hueco que hiere de la rosa
o el mármol último del adiós
sin que nadie reclame su nombre.
Son extensas donde juega la boca que ya no es
y jóvenes como manzanas
sobre el pecho que la luz desconoce.
En ellas cabe la hendidura de un pensamiento oculto
y el eclipse de plata que nunca adornó tu cuello,
hay cañaverales con la voz tendida que busca
y un destino de cielo callado;
suyo es el aroma de los enebros
que me hablan de tu piel
desde la memoria que te imita.

Mis manos son anchas
tan anchas
que sólo las llenan tus manos.


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