Seducido por la armonía
de esa luz que indaga en el deseo
soy piel que ya erizada
ama el torso de un sueño.
Qué cómodo ser ángulo del brazo que observa
sin atreverse a rozar las lunas de Cáncer.
Respiro con la lentitud que encoge el cielo
para no arrebatar sus sombras,
pues no necesito el orgullo de los labios posados
sino la pureza de un seno tan blanco que de nombre a
la tierra.
Podría amarte tantas veces podría
que acostados al azar de los inviernos
olvidarías que somos lumbre o vacío.
Podría amarte tantas veces tantas
sé que podría.
Acércate con la humedad inconfesable de los ríos
exige que te ame en el desorden de la necesidad,
acurrucado en la codicia
que calla siempre un ombligo solitario.
Qué altiva esa nuca tuya
cuando finge no mirarme.
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