Qué
me dueles en la espalda, amor.
Será por que tuve que empeñar
la prótesis clavada con tu adiós.
Eras cada una de mis mentiras,
la verdad me deja en silencio
sin el consuelo de tus piernas.
A este amarte inútil me entrego
con la misma pasión que escribo,
para ambas me falta talento
pero añadiéndole dos cubitos
cualquier verso sabe a tus labios.
Cambié los poemas con azúcar
por edulcorante cinismo,
el hachazo cruel de tu olvido
por un ¡Puta! en la barra del bar.
No deseo que sufras mi dolor,
teniendo un corazón sin usar
sólo te consigue emocionar
la subida de colesterol.
Qué me dueles en la espalda, amor.
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