Cont./
Y en esa belleza que no se busca ni pretende
lo que es sombra se convertirá en rayo
y lo que es rayo en el dedo de Dios incesante.
Mirad
mirad desde la quietud que todo lo posee
y con el ruido de una nuez
crearemos el mundo en seis días y un verso,
llamaremos a las estrellas por su nombre
y sabios a los árboles,
habrá un solo océano, manso a la entrada del pie,
y cumbres con amapolas verdes que enrojecerán en los
labios
Qué grandeza la de Rocinante con ollares de luna
Qué grandeza la del pan que el hambre calma
Qué grandeza la del anciano tan niño como lo creado
Prestadme de un grito su coraje
de un héroe su miedo al olvido
de un mirlo el plumaje que confunde a la noche
y antes de que la hierba haga huerto en mi pecho
os traeré nuevos universos en la boca.
Yo muerto y de pie ante los que no miran, os digo:
el amor no es pausa sino camino.
FIN DEL CANTO I
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