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Necesito
arrasar la palabra
con los dedos impares
de una mano,
encadenarla al olor de
una trenza oscura
mientras contemplo la
escasa memoria de un [gemido,
luego pensaré, dos
puntos, qué sutil fue la noche.
La palabra es un error
-un hueco tullido
que ansía rellenarse de
voces-
alguien la prolonga más
allá de la idea
y forma una mentira un
deseo
Amar es invadir todos
los límites.
Dadme silencios como
ojos de ciervo
con sus heridas sin
aire
-cualquier cicatriz aguarda
sobrevivir en un labio-
y con mi rostro
desposeído de estrategias
habitaré la mirada sin
origen.
Yo, que nací
pronunciando infinitos,
habré de perderme
en la inclinación de
ese cuerpo
donde a veces se
detiene la luz.
Terco astrolabio
señalando estrellas
cuando ya los mundos
carecen de nombres.
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