Más
allá de la otra orilla
se escucha un silencio de jazmines,
un pensamiento que fue
y es en la distancia de un brazo tan redondo
como esa boca que aguardas y llega.
En su ausencia soy juglar de cielos vacíos
y canto con una blancura que ignora las plumas
cuando no son amparo para el pie desnudo.
Cuánto morir
en el cuerpo que solo ambiciona una noche.
No amé para olvidar
digo con la cicatriz insólita de una flor
o quizá con su nombre.
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