domingo, 21 de diciembre de 2014

A SANDRA, SIEMPRE.

 Permitidme que el último poema del año
sea para nuestra compañera Sandra,
a quien el destino alejó de nuestra presencia
para que descubriera otros universos.


Tendido quedo,
con el pecho abierto por esos quince minutos
donde acogías mis versos con sonrisas,
tendido en el error
de aguardar palabras que no llegan.
Qué cuchillada de silencio.
Oigo la herida
oigo la insistencia del hueco decisivo  
y me niego a ocupar tu memoria con tristezas.

Desde esta boca aprendiz de poeta
te alcanzaré los vientos, sí, los vientos
y un aire sin huella y quizá dos golpes de mar,
reiremos juntos bajo la última lluvia del mundo
mientras el torso blanco de una manzana cubierta de nieve
finge ser paloma que quieta ama.
Abriremos noches por la cara tímida de la luna
y seremos sueño recién salido de la sangre
de lirio en lirio,
desnudos como el amor siempre
de cielo en cielo.
Cuánto hemos amado, compañera.



                                

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