POEMAS
AL MARGEN
11
Estoy
tan agotado que me visto de blanco,
que no distingo la
cordura de un suicida
del silencio de un
fósforo mojado.
¿Los erizos sueñan?
Mi rostro es un
acantilado
donde los nombres caen,
caen
amputando sentimientos
a la altura de las rodillas,
yo les pago con frío, con
la morbidez de la carne
que no aguarda
respuesta porque ya es playa,
desmiento mi locura con
pequeñas flores
que crecen en los senos
cuando poso la boca.
¿Los erizos reconocerán
tu aroma a jacaranda?
Ya no me lloro ni soy
amante a medianoche,
estoy tan lejos que soy
viejo
y no me asusta la
mirada desde un monóculo,
si tocas mi pecho suena
a labios dulces
-pues mi origen fue un
sueño-
al calor que un cuerpo
retiene
que jamás será melodía
-a veces recuerda a una sonrisa-
Demasiado vidrio en los
ojos de un loco.
Te entregué mis manos,
tenían tanto mar.
Nota:
Amé, después fui erizo.
FOTOGRAFÍA: Don McCullin
En mi voz
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