Acometer
en estos tiempos el montaje de Cyrano de Bergerac, al margen de esos faraónicos
proyectos de los Teatros Nacionales que juegan y despilfarran el dinero en
funciones de escaso recorrido, es una osadía; en este caso, si me lo permiten,
una bendita osadía. La magnitud de un clásico como Cyrano de Bergerac, solo
cabe realizarla con dignidad y talento. Ambas premisas se ven cumplidas a la
perfección. El montaje utiliza la sencillez para dar prioridad a la palabra, al
verso, al teatro en definitiva.
La dirección de Alberto Castrillo-Ferrer conduce a los actores a decir el verso con limpieza, sin estridencias, utilizando
al público como confidente y amigo, y este se lo agradece entrando de lleno en
la función desde el primer minuto. Ana Ruiz cumple en su inocencia. Álex Gadea, Rocío Calvo, Ricardo Joven,
Joaquín Murillo y Nacho Rubio, están magníficos en sus respectivos y múltiples
papeles, justos en el ademán que provoca la hilaridad, ambiciosos en sus
escenas de lucimiento, humildes para dar luz al compañero cuando el foco recae
en él, una compañía sobresaliente.
José Luis Gil (los
amantes del teatro aplaudan al escuchar su nombre) es un gigante de la
interpretación, quizá Edmond Rostand escribiera su Cyrano pensando en él, quizá todos debiéramos escribir pensando en él. DON JOSÉ
LUIS GIL, (con mayúsculas y gritándolo) da una clase magistral de dos horas,
bravucón, tierno, valiente, romántico, con un manejo de la palabra envidiable y
sabiendo pisar el escenario como los elegidos. Su interpretación de Cyrano se
basa en la sinceridad, huye de la soberbia del actor que pretende eclipsar al
personaje para convertirse en el personaje, para ser Cyrano, nuestro Cyrano.
Sin embargo, la mayor
alegría del estreno no fue solo disfrutar del gran trabajo de la compañía, sino
ser conscientes de que José Luis Gil ha dado un paso al frente. Un paso
irrenunciable para ofrecernos teatro de envergadura, sin artificios, donde la
sencillez dé protagonismo a la palabra, y él, es el dueño de todas las
palabras.
El teatro está de
enhorabuena. No se la pierdan.