sábado, 25 de enero de 2014

En la voz de tus brazos habito



Ya podéis conseguir mi libro de poesía

“En la voz de tus brazos habito”

Dentro de unos días comunicaré la fecha

de su presentación en Madrid para los que

quieran acompañarme esa tarde y pasar

un rato agradable juntos.

Os dejo el enlace de la Casa del Libro

para quien lo prefiera en formato Ebook.

Gracias por vuestro apoyo.


http://www.casadellibro.com/ebook-en-la-voz-de-tus-brazos-habito-ebook/9788494223914/2254468



jueves, 23 de enero de 2014

Coartada


Amarte es mi coartada para destruir el mundo,
será leve, sutil, con el golpe de una caricia
que surgirá al estrechar tu aire con mis brazos.
Y el amor no será el espasmo del látigo
sino la mirada que cruzaste y fue mía
cuando aún nos quedaban palabras.

Desde ese mar sin heridas que oculta un beso
verás caer el muro donde cuelgan los ríos
y ya no habrá orilla sin arenas,
la noche no tendrá argumentos para estar triste
ni los pájaros excusas para no hacer preguntas.
Sólo ven y mírame a los ojos, es tan sencillo.

Amarte es mi coartada para destruir el mundo.




martes, 21 de enero de 2014

Palabras de abril


Recuerdo una tarde
cuando todo era mío,
el olor de los naranjos
murmuraba en la ventana
y las palabras eran de abril
y abril duraba un año.

Detrás de la inocencia
me dejaba vivir en las manos,
y en la cama deshecha
nombraba al viento
hasta que el viento se hacía aire.

Recuerdo una tarde.
Tú sonreías en mi boca.

domingo, 19 de enero de 2014

En la oquedad del olivo



En la oquedad del olivo
duermen mis noches.
No hay distancias en su silencio.
No hay sollozos que irriten sus hojas
ni agonía en su esfuerzo.
Búscame en su frente dolida
en su color de mañana de invierno,
búscame en el brazo del horizonte
que en sus nudos talla la sospecha
de que al pronunciarte apenas tiemblo.
Sólo tu sueño retiene mi sombra.

Entraste en mis manos con ojos de olivo.
Llórame por seguir amándote.


jueves, 16 de enero de 2014

Del otro lado de vuestros ojos


No soy lo que veis.
Del otro lado de vuestros ojos
soy un niño y no me pesa la luna
ni los veranos que encogen el otoño,
en la paciencia de la lluvia invento espacios
para seguir amando los rostros que no regresan.
Quizá haya muerto tantas veces
que añoro los sentimientos sin reflejo.
Donde nace el silencio crecen mis orillas,
allí se me desatan los ríos
y las piedras, aún calientes por el parto,
me cantan que soy un niño y no me pesa la luna.

Del otro lado de vuestros ojos
os abrazaré con mis palabras
que no serán versos hasta la noche
cuando los mares se imaginan y son más hermosos,
os abrazaré la arruga de esa frente contraída
por ahuyentar el cuerpo que no se recuerda.

Ahora, cerrad los ojos y miradme,
no soy lo que veis.
Qué injusta la mirada ciega que juzga.


sábado, 11 de enero de 2014

Antes fue su nombre


Antes fue su nombre
antes que todas las cosas.
No había memorias
ni sonámbulos
ni poetas.
Los cisnes no doblaban
el cuello hacia la nostalgia,
la niebla no había nacido,
en esa luz sin errores
descifrábamos el amor
en los rincones de la tarde.

Después,
comencé a oír el eco de mis pasos.


domingo, 5 de enero de 2014

Musa


Eres alta como el silencio,
tan alta que mi voz no te halla
en las tempestades del verso.
Qué latido te sangra el corazón.
Qué huellas persigue tu regazo.
En tu busca me entrego al mundo
con gritos de amor en las pupilas,
con una luz que no llega a ser luna
y se deshace en umbrales tan estrechos
como un labio sin dueño.                         
Qué rosa albergará tu nombre.
Qué abrazos te regalarán golondrinas.
Quizá fueran tuyos aquellos senos
que desgarraron mis palabras,
o el arpa de manos sutiles
que tañó melodías en mi espalda,
pero hoy eres alta
tan alta como el silencio.

Exiliado del cielo de tus muslos
todas las mareas son pecado.
Deseo tanto desnudarte en mi boca.



viernes, 3 de enero de 2014

El veneno del amor


Cuando llegué tenía la cabeza sobre un plato de sopa fría. “Mal sitio para meditar” pensé al ver fideos adheridos a su cara sin ninguna muestra de cariño. Era de pelo ralo y cuerpo escaso, aunque sin duda lo que más le escaseaba era la vida; vestía de traje y corbata,  enfrente otro plato con comida sin probar. Todo indicaba que había tenido una cita y, por experiencia, sólo las hay de dos clases: las que acaban mal o las que arregla un divorcio, y él ya no requería de un abogado.  Un compañero me tendió una carta que llevaba en el bolsillo interior de la chaqueta.

“Creo que ha estado envenenándome desde el primer día. Lo sé y no me importa. La amo. Sólo necesito pensar en sus miradas para saber que cada segundo a su lado ha merecido la pena. Cuando nos casamos el sacerdote dijo que debía amarla hasta que la muerte nos separase, se equivocó, la voy a amar incluso en la muerte. Ya falta poco, me siento débil. Sé que por las noches me vigila y deseo que ocurra cuanto antes para no hacerla esperar demasiado. Nunca le gustó esperar”.

Un tic en la mejilla izquierda me hizo girar el cuello con rabia hacia una mujer joven que simulaba estar afligida en un sillón. Era rubia, bella, tan fría y calculadora como un banquero.  
 .- ¿Es usted su mujer? – Suavemente fue levantando sus ojos azules desde mis zapatos hasta cruzarse con mi odio. Comprendí que ese pobre diablo hubiera descendido por ellos al infierno.

.- Soy su hija. Mi madre falleció hace un año.



lunes, 30 de diciembre de 2013

En la espalda del mundo


En la espalda del mundo hallo refugio
entre álamos que musitan mi nombre
que ahora es Viento,
entre cinturas que encajan mis palabras
para tatuarlas en la piel del horizonte,
allí donde se crean los sueños
y los besos no poseen esquinas.
Allí olvido los cortos brazos del tiempo
y me creo en tus ojos cuando me miran,
me creo en la sangre que ignoraba las venas
cuando carecían de sombra nuestros cuerpos
y al cansancio lo llamábamos madrugada.

En la espalda del mundo me creo,
y en estas vidas que son una misma ventana
me creo en la mano que concibió tus gemidos
en la hortensia que teme al diente del otoño,
me creo en la paloma sin laurel
que no necesita nada porque lo es todo.

En la espalda del mundo soy tú
y en ese vacío que me hace libre
sin necesitarte, te amo.



jueves, 26 de diciembre de 2013

Perdona.


En este invierno que no seduce
recuerdo cómo hundías tu mano
en mi corazón abierto y sin heridas
cuando la tarde sólo era pretexto.
En este invierno que no seduce
las hormigas te ocultan para que el frío
no escarche tu rostro en la hierba aterida
y pueda besarte en el musgo del sauce
cuando la tarde ya sólo es memoria.
En este invierno que no seduce
no te busco en la luz de las estrellas,
ni en los pájaros que enlazaron nuestras piernas
cuando tu voz amaba en mi boca
y la tarde se hacía sueño.

Ya no te persigo en los vientos
que sembraron de cristales las caricias,
ni en el crepúsculo de una mejilla
que se extiende para imitar tu pecho
cuando la tarde es delirio en tu ausencia.

Perdona que no necesite ni silencio
para hallarte en mí.



domingo, 22 de diciembre de 2013

Amor en el museo

Ignoro si habéis sentido una soledad de siglos aposentándose como una fina capa en vuestra piel. Yo sí. Hasta que descubrí el amor en su mirada. Acudía todos los miércoles a las cinco en punto, se sentaba frente a mí y, en silencio, recorría mi cuerpo con una ternura que desbordaba en deseo. Qué tediosa transcurría la semana aguardando que llegara el momento en que nuestros ojos se prometieran el mundo. Qué tristes los minutos desde que ayer, miércoles, en vez de revivir en sus sueños he llorado en su tragedia. Permitidme unas lágrimas antes de continuar.

 Ayer no vino y en su lugar, a las cinco en punto, un muchacho barbilampiño y desaseado dejó frente a mí un ramillete de violetas sujeto con un crespón negro. Quizá esa sea la maldición de mi vida, no poder disfrutar de las caricias de un hombre por el que sería capaz de saltarme todos los convencionalismos burgueses.

-. Cayetana, ponte el vestido y vámonos.

Al oír aquella voz sentí un frío que atravesó el lienzo, un frío como no había sentido desde 1802. Allí estaba, dentro del cuadro, tendiéndome un vestido de seda con su mano derecha y una maravillosa sonrisa oscilando en su amor. El agujero de bala en la sien apenas se le notaba. Pero, ¿qué ocurriría si me levantaba del diván y abandonaba el cuadro? Pensé en Goya, en el museo, en mis descendientes, en la herencia, en…

-. Piensa en ti.

¡Qué diablos tenía razón! Pensé en mí y haciéndome un ovillo en sus brazos abandoné la historia.


Después de todo, la persona que no ha hecho una locura por amor no merece ser amada.


viernes, 20 de diciembre de 2013

Los pies y el amor


Supe de la mañana porque busqué su pie entre las sábanas y no lo encontré. Siempre había sido insolidario con mis necesidades pero ese fue el pisotón que hinchó el juanete. 
Salí a la calle con la urgencia que imprime perder la frontera que separa la soledad del cariño. La primera zapatería estaba desierta, era demasiado temprano para que un establecimiento de lujo tuviera clientes; en la de la plaza, dos señoras se probaban chanclas en unos pies achatados y con las uñas descascarilladas en un rojo anterior a la crisis. No niego que me impacientara pero no perdí los nervios.
La suerte me sonrió en la zapatería de la avenida: un hombre se probaba unos náuticos. Tenía el pie estilizado, elegante, sin rozaduras. Los dedos poseían la proporción adecuada para infundir serenidad. Era un pie con clase, de los que lucen en unos mocasines de piel o en unas sandalias de verano. Me senté y quitándome un zapato coloqué mi pie al lado del suyo. Hacían buena pareja. Los meñiques hicieron un leve movimiento de sorpresa al verse juntos en el espejo del suelo. Ese detalle me hizo albergar esperanzas. Luego todo ocurrió muy deprisa, el señor me miró y yo le sonreí. 
No recuerdo quien invitó al otro a ir al podólogo, pero nuestras huellas ya no se separaron.     

¡Cuánto amor hay en el roce de un pie!


jueves, 19 de diciembre de 2013

Si existiera en los peces azules


Si existiera en los vientos
que murmuran al agua
la locura de ceñirte la lluvia.
Si existiera en el destello fugaz
donde yace el delirio del rayo  
por adueñarse de tu sabor deshabitado.
Si existiera en los peces azules
que surcan la cicatriz de la luna
para calmar el sollozo de tus noches,
en tu nombre me haría un ovillo,
un ovillo en la tibia eternidad
que supone alojarse
en la piel sorprendida de tu pecho,
me haría un ovillo
en el corazón que estallará en sonrisas
cuando la sombra de tu beso
haga bello mi rostro.

Y por ese amor que quiere sonreír,
por ese amor tan alto que nadie escucha su voz,
te busco en senderos ajenos
para recorrer un te amo.




domingo, 15 de diciembre de 2013

Ya no te quedan rosas


Hace frío al norte de los cedros.
Un frío innecesario que duele en los sueños.
La tristeza se alza en muro
y no amanece hasta el atardecer.
Tú estás allí, escondiéndome,
ocultando el vaho de los versos
que respiras desde el olvido.
Ya no te quedan rosas
para fingir rubor con la mirada,
ni manzanas de otoño para alisar
las arrugas del amor en tu pecho.

Sólo te encuentras en mis labios.

Y en esos labios que te habitaron el pasado
ignoras que he muerto al mundo
para hallarte en la palabra,
engendrando verbos
te aguardo en la otra orilla,
allí donde la sonrisa carece de hielo.

Mi nombre gotea en tus manos
y lo miras con tanta nostalgia
que te has hecho noche.



viernes, 13 de diciembre de 2013

Quiero morirte.


Venía con un horizonte sesgado
y dos venas a punto de exiliarse.
Ahora, descalzo de sombras,
voy dando tajos en los verbos
que no conjugan tus ojos.
Qué lejano está el pasado
en la distancia de un naipe
trucado con la necesidad
de respirarte.

Me entras por la sangre,
por la cojera del alma
que ansía ser arañazo
y despeñarse en tu cuello,
por la avidez de tus rodillas
ciñéndose a mi locura.
Quiero morirte,
morirte esponjando en mi boca
el meñique no nacido
que te lanza al placer.
Quiero morirte  
en el disparo de este deseo
que me arroja de bruces
a la sumisión en tu pecho.
Morirte iluminando el cuerpo
que se deshace en universos
tan blancos que la nieve se extingue.
Y en la cálida resaca de tu voz
morirte,
morirte amando el clamor
de ese mar desnudo que bate en mi carne.


Aunque Bukowski me acuse
de ser un pájaro azul
que asesina cisnes en primavera,
quiero morirte.





jueves, 12 de diciembre de 2013

VÍDEO POEMA: QUIERO SER HOJA

                    
                    Otra creación maestra de Gea.


                    Vídeo poema:  Quiero ser hoja.




 





domingo, 8 de diciembre de 2013

Tu sonrisa es ancha de cielo


El recuerdo se desnuda al atardecer
y en la transparencia de las sombras
te veo sonreír de lejos.
Te veo sonreír
en las azucenas borrándose del día,
y en los pájaros que careciendo de nombre
extienden con sus alas la tristeza
de un náufrago nostálgico de mareas.
Tu cuerpo camina por el aire sin bordes
y te veo sonreír de lejos.

Te veo sonreír
en dos frentes amándose,
en el zapato de charol que quiso ser espejo
en la pausa que imita una caricia,
y al fondo, un grito tirita de frío.

Aguarda, que en la luz desvanecida
aún te veo sonreír de lejos,
y tu sonrisa tiene el color del horizonte
y el sonido del agua entrelazando la cintura
de un dolor tan pequeño que casi es un beso.
Tu sonrisa es ancha de cielo
y hermosa en la inicial de una mejilla.
Luego llega la noche
con el desdén de un dedo que no toca,
noche que se quiebra en dos sentimientos,
en uno sólo estás tú,
en el otro siempre estás conmigo.

He tenido demasiados sueños
y todos caben en tu sonrisa.
No hay nadie en el mundo.


jueves, 5 de diciembre de 2013

Magnolias azules.


No hay magnolias azules prendidas
en los insomnios de un regreso,
hay segundos respirados en tu boca
y voces enronquecidas por el silencio.

No hay paisajes al sur de tu cuerpo,
ni lechos de arenas en flor
donde descansar un labio
que se olvidó de ser labio
entre palabras sin besos.
Hay esperanza en el color de las cerezas,
en la mirada que abre un sueño en dos
hasta que la luz deja de iluminar
 y se hace memoria.

Y en la memoria desordenada
de esta noche de cielo bajo
donde no caben estrellas
sin pensarte, te pienso.
Te pienso en la remota lejanía
donde mueren las rosas del ocaso
y se desploma la penumbra de un suspiro
que arroja cenizas sobre tu ausencia.
Te pienso al compás del olvido
a la orilla de una lágrima
creyendo sólo en tu cuerpo.

No hay magnolias azules prendidas
en el quicio de un recuerdo.
Y sin pensarte, te pienso.



miércoles, 4 de diciembre de 2013

Hay caracoles en el fondo de las nubes



                                                      A Gabo.

Hay caracoles en el fondo de las nubes.
Caracoles hermosos y livianos
como un beso de golondrina
que crean sus propios universos de nácar.
Caracoles que leen sin prisa los mundos
de García Márquez y giran sin pausa
en el bucle eterno de sus palabras:

Yo no vengo a decir un discurso
sino a elogiar la memoria de mis putas tristes
que, conocedoras del amor y otros demonios,
aliviaron mis días en el otoño del patriarca. 
Ya sé que cuando era feliz e indocumentado
como el negro que hizo esperar a los ángeles
aprendí la bendita manía de contar
doce cuentos peregrinos,
pero sufrir cien años de soledad
aguardando el amor en los tiempos del cólera
es crónica de una muerte anunciada.

Hay caracoles en el fondo de las nubes.
Caracoles que construyen el nido de la lluvia
con sílabas tan recientes que, muchas,
aún no han formado palabras.